El sol comienza a caer y el Rafael Verdera se desliza suave sobre el mar. Las velas se tiñen de oro, el aire huele a sal y silencio... Y entonces sucede: el Mediterráneo se detiene para regalarte uno de sus momentos más mágicos. Una puesta de sol desde el mar no se explica, se siente. Sube a bordo. Descúbrelo.
El mar es libertad, y navegar sin rumbo fijo es una forma de encontrarse. A bordo del Rafael Verdera, la navegación no es desplazarse: es vivir el mar con todos los sentidos, al ritmo del viento y de las olas. No hay prisas. Solo horizonte.
Todo está listo para zarpar.
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