El día anterior a la inauguración de la olimpiada el Rafael Verdera zarpaba del puerto de Palma para recoger la llama que del anterior portador recibía en la costa SW de Mallorca y entregarla en la Ciudad de Palma a las 11 horas del 23 de Julio de 1992. Un día fantástico y una experiencia imposible de olvidar para los que en aquel día fueron tripulantes del buque.