
conoce el velero
RAFAEL VERDERA
El alma del Rafael Verdera
Descubrir el Rafael Verdera es viajar en el tiempo sin renunciar al confort. Cada cifra, cada metro y cada vela cuentan la historia de un velero centenario que sigue navegando con orgullo. Esta es su carta de identidad: el equilibrio perfecto entre tradición marinera y adaptación al presente. Porque conocer sus dimensiones es empezar a entender su grandeza.
DATOS TÉCNICOS:
CARACTERÍSTICA | DETALLE |
---|---|
Nombre | Rafael Verdera |
Año de construcción | 1841 |
Eslora | 22 metros |
Manga | 5,60 metros |
Velamen | 150 m² |
Motor auxiliar | Volvo Penta 235 CV |
Capacidad | 60 personas (diurnas) / 10 personas (pernocta) |
RAFAEL VERDERA
El alma del velero, dibujada a línea fina
Tras cada travesía, cada ola surcada y cada historia a bordo, hay un plano que lo hizo posible. Estos esquemas no son solo trazos técnicos: son el corazón del Rafael Verdera esbozado sobre papel. Aquí se dibujan los sueños que navegarán el Mediterráneo. Líneas maestras que definen su silueta centenaria, el equilibrio entre belleza y funcionalidad, tradición y resistencia. Cada milímetro calculado es una promesa de mar, viento y aventura.
otros detalles de interés:
Velamen
Aparejo de Ketch, con dos mástiles, mayor y mesana, ligeramente caídos hacia popa y con masteleros. Velas mayor y mesana cangrejas y tres velas de estay delante del palo mayor arraigadas en la proa y el botalón (trinquete, foque y petifoque) y varios foques volantes con driza a tope del mastelero, escandalosa en el mayor. En foque y petifoque enrolladores hidráulicos.
Clasificación
Está clasificado como buque de pasaje en el grupo 1, clase G, con una capacidad máxima en navegaciones de día de 60 pasajeros y una tripulación mínima de tres personas.
Navegación
Piloto automático Robertson, radar Raytheon con mini arpa, GPS, sonda Furuno 1.500 mts., ordenador y cartas de navegación electrónicas.
Comunicaciones
VHF con DSC Shipmate (mmsi nº 224002260), HF/MF Sailor BLU distintivo EA2942.
Seguridad
Radio baliza, balsas, bote auxiliar rígido con motor fueraborda de 15 hp.
Extras para buceadores
Compresor Coltry MCH16 de aproximadamente 260 lts/min.
Electrodomésticos
Compac, minicadena, vitrocerámica, microondas, lavadora, potabilizadora de agua de mar, congelador y nevera.
Alojamiento
Lo que era antiguamente bodega de carga, se ha modificado para acomodar a un máximo de 10 personas en 4 camarotes. Es un espacio amplio, ventilado y con todo el carácter y la sencillez de un casco de madera hecho para el transporte de carga hace ya más de siglo y medio. La capacidad del barco es de 60 personas en navegaciones de un día y de 10 para semanas completas.
LA HISTORIA VIVA DEL MAR
El velero Rafael Verdera, folio 4 de la lista 2ª de la matrícula de Ibiza, fue botado al mar el 15 de abril de 1841. Hoy, casi dos siglos después, sigue navegando con orgullo, siendo el barco en activo más antiguo de la flota española.
Entre los tesoros que conserva a bordo, destaca la Patente de Navegación otorgada en Ibiza en el año 1891. Firmada por María Cristina, Reina Regente durante la minoría de edad de Alfonso XIII, este documento no solo acredita su longevidad, sino que también nos transporta a una época donde el lenguaje administrativo aún conservaba el aroma de la mar. Su redacción, poética y marinera, es una joya que evoca respeto y admiración.
Los más ancianos de Ibiza y Formentera aseguran que, en sus orígenes, el Rafael Verdera fue un “llaut” de dos mástiles con aparejo de falucho. A lo largo del tiempo, su silueta se ha ido transformando para adaptarse a los nuevos usos y necesidades, sin perder nunca la esencia de su espíritu navegante.
Hoy, embarcarse en el Rafael Verdera es tocar la historia con las manos, es escuchar cómo crujen las maderas que han surcado mil rutas, es dejarse llevar por el alma de un velero que ha vivido más que muchos pueblos enteros.
RECUERDOS DE SAL Y DESTINO
Dicen que cada barco guarda secretos en su casco y memorias en sus velas. El Rafael Verdera, testigo mudo de mil travesías, fue mucho más que una embarcación: fue esperanza flotante. Durante los años previos a la Guerra Civil, surcaba la ruta de Argel, cargado no solo de mercancías, sino también de sueños. Jóvenes emigrantes, con el corazón en un puño y la mirada en tierras lejanas, dejaban atrás su hogar en busca de un futuro mejor.
A finales del siglo XIX, con el nombre de Veloz y aparejado como místico, tejía puentes entre las Islas Baleares, otras islas del Mediterráneo Occidental y ciudades legendarias como Barcelona, Valencia, Marsella, Génova, Nápoles o Argel. Las bodegas del barco, cargadas de historias y mercancías, tocaban puerto tras días o semanas de singladura.
NUEVA VIDA, NUEVO NOMBRE
Más adelante, cambió su nombre a María y su figura al elegante perfil de balandra, como si quisiera renacer en cada transformación. Pero fue en 1932 cuando adoptó para siempre el nombre que hoy lo hace inmortal: Rafael Verdera, en honor a uno de sus armadores, fallecido en un trágico accidente automovilístico con uno de aquellos “locos cacharros” de la época.
Ibiza le rindió homenaje con una gran fiesta centenaria. Poco después, el velero fue reconstruido como pailebote, con una redonda popa y un puente protector para la caña del timón. Así, resguardado del viento y del tiempo, el Rafael Verdera siguió su camino, llevando consigo siglos de historia y mar.
EL VIENTO CAMBIA, EL BARCO PERMANECE
En los tiempos de privaciones y silencios de posguerra, el Rafael Verdera era conocido como “Sa Balandreta”. Transportaba mercancías de forma regular entre Palma e Ibiza, y su llegada era esperada con ilusión. En los almacenes de la isla, se repetía una frase cargada de esperanza: “Quan vingui Sa Balandreta ho tindrem”.
En 1920, tras 79 años de singladuras, se le instaló su primer motor: un Otto Deutz de 40 hp. Le seguirían un Volund en 1934, un Cumins en 1989, y finalmente, en el año 2000, dos Volvo de 145 hp cada uno. El viento seguía siendo su motor esencial, pero la mecánica empezó a escribir nuevos capítulos.
Con el cambio de siglo, la vela latina fue cediendo paso a otros aparejos más manejables como los de balandra, queche o goleta. Sin embargo, el Rafael Verdera decidió nadar contracorriente y recuperar su alma latina. Se restauró un velamen tradicional, heredero de la Tartana, con mástiles que portan jarcia firme y nombres casi olvidados: avantes, guindalezas, trozas, amantes, ostas, cargaderas….
Las velas latinas cruzan los mástiles como alas tensadas y los foques se deslizan por los estayes con precisión. En popa, un pescante para el bote auxiliar y el sistema de escotas completan su silueta marinera, elegante y funcional.
Durante 14 años, hemos navegado y vivido en un barco hermoso y sencillo. Con su aparejo arcaico, nos enseñó el valor de lo esencial. Lo hemos transformado sin darnos cuenta, adaptándonos al tiempo, a las necesidades, a las exigencias… pero sin perder su esencia.

LOS ECOS DEL TIEMPO
Quedan en la memoria los días del timón de caña y guardines, del barril de madera tumbado como sistema de agua potable, de aquel cabrestante de balancín —lento y pesado como los ritmos de antaño—, del mítico motor Volund de cabeza caliente…
Y cómo no, de esas antenas latinas de 22 y 16 metros, guindalezas, trozas y todo el lenguaje marinero que llenaba de alma cada maniobra.
UN NUEVO SIGLO, UNA NUEVA VIDA
Para abrazar el nuevo siglo y el nuevo milenio, el Rafael Verdera volvió a transformarse. Recuperó el espíritu de balandra —o, en términos más técnicos, de ketch— y dio el último gran paso de la reforma iniciada años atrás.
La cubierta fue elevada en los dos tercios de popa, ganando 40 cm en el coronamiento y ampliando así el volumen interior. Se rediseñó toda la distribución: ahora cuenta con dos motores en cámaras separadas, una amplia sala de máquinas, dos cabinas nuevas sobre cubierta, y una silueta renovada que, sin embargo, honra fielmente su esencia original.
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