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Hoy quiero compartir una pequeña reflexión personal. Normalmente, en este blog hablamos del barco, de su historia y de las experiencias a bordo, pero en esta ocasión me apetece abrir una ventana más íntima.
Hablar del Rafael Verdera no es solo hablar de madera, velas y viento. Es hablar de emociones, de sueños compartidos y de la pasión que sentimos por este proyecto de vida. Cada día a bordo es una mezcla de trabajo duro y momentos mágicos que se quedan grabados en la memoria.
Este artículo es, en realidad, un pequeño homenaje a todas las personas que han formado parte de esta aventura. Familiares, amigos, clientes y compañeros de viaje… Todos habéis dejado una huella en la historia de este barco.
Seguir navegando y compartiendo estos momentos con vosotros es lo que da sentido a todo esto. Gracias por formar parte de nuestra historia.